No dudó en caminar hasta allá y entregarle el alma al diablo. Desde que lo vieron chumado por la barriada, fue su última voluntad. Dicen que en las peñas de Humuto desapareció para siempre. Comentó a sus «chullas de copa», que no dudaría en entregarle su alma al diablo a cambio de mucho dinero. Pero nunca más regreso. Fue una noche fría, sus pasos levantaron el delirio de perros «sentidores», alguien se asomó a la ventana y era él; si, todos lo vieron pasar con dirección a los riscos de Humuto. Aseguran que el diablo se llevó en cuerpo y alma. CONTINUARÁ… Tomado del Libro: Gualel, el pueblo de la montaña. Cuando visite Gualel pregunte sobre las leyendas de Humuto.